Después De La Muerte
El dolor acabó pronto. Me levanté y traté de encontrar mi
cuerpo; probablemente yacía destrozado bajo los despojos metálicos. Morir en un
accidente vial es, en definitiva, la peor manera de irte.
—¿Y bien? ¿Tuviste
una vida buena? —me preguntó una voz detrás de mí.
Me giré para
encontrar a una mujer sonriente. Como ella me podía ver, estaba bastante seguro
de que era un espíritu al igual que yo.
Se rio por lo
bajo.
—Te lo estás
tomando bastante bien. Soy Cintia, por cierto.
Hablé con
firmeza:
—¿Qué pasa
ahora? ¿Cielo? ¿Infierno?
Rio más
sonoramente.
Antes de que
pudiera decir algo, escuché una conmoción en la lejanía.
—¡Vamos!
—gritó Cintia, y corrió.
Se giró hacia
mí y exclamó:
—¿Has sido
bueno?
—¿Cómo?
—¿Fuiste bueno
mientras estabas vivo?
Totalmente
confundido, farfullé:
—Do… Doné
sangre una vez.
En tanto nos
acercábamos a la fuente del ruido, me dejó pasmado el encontrar a cientos de
personas forcejeando entre sí ante un hospital.
—¡¿Pero qué
está pasando aquí?! —voceé.
—Alguien está
dando a luz aquí. Estas almas están peleando para entrar en el cascarón del
recién nacido.
—Pero, el
bebé…
—Escúchame. No
hay ningún bebé hasta que un alma lo penetra. Si ninguna alma logra llegar
adentro, el cascarón es pronunciado muerto por los doctores —sin hacer mayor
pausa, continuó—: Tu fuerza al momento de luchar depende de tu Karma. Así que
el alma de un violador, un pedófilo… ellos no tienen ninguna ventaja. Nunca
conseguirán un caparazón y se marchitarán dolorosamente.
»Los niños son
los más peligrosos. Almas puras. No te acerques a ellos durante la riña.
—Pero, ¿y qué
hay del Cielo? ¿Del Infierno?
—¡ESTO es el
Infierno! Y, lo que es más importante: la vida que has dejado atrás… eso es el
Cielo.
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